FUNDACION
Los primeros pobladores de la ciudad fueron los vacceos hace unos 2.700 años, durante la Primera Edad del
Hierro.
EL NOMBRE DE SALAMANCA
De todas
las teorías sobre el origen del nombre de mi ciudad me quedo con la de J.J. DE
HOZ BRAVO: "Salam", utilizado como referencia en accidentes
geográficos, más concretamente al curso del agua y muy probablemente
al curso del río Tormes, incluso el río salmantino puede que llegase a
llamarse así en algún momento.
Todo esto dio lugar al adjetivo Salmantia
que fue el origen, a su vez, de Salmantica para referirse
a las personas y a las casas de las cercanías del río;
posteriormente, y por extensión, se utilizó para denominar así a toda
la ciudad. Por lo tanto, el gentilicio actual de Salmantin@s
vendría de Salmantia que se podría traducir como las personas
que vivían alrededor del río Salam.
El río Tormes nace en la Sierra de Gredos, cerca de Hoyos del Espino (Ávila), atraviesa
las provincias de Ávila y Salamanca, desembocando en el Río Duero.
PALEOLÍTICO
Los primeros pobladores dejan rastro al sur de
la provincia: Pinturas
rupestres de las Batuecas. Caracterizadas por estar entre el naturalismo
del arte paleolítico cantábrico y el esquematismo de la pintura levantina.
CIUDAD PRERROMANA
Desde mediados del siglo IV a C. ya se puede hablar de la antigua ciudad celta de Salmantica. Protegido por una muralla de piedra, aún se conservan algunos fragmentos en varias calles del casco antiguo, el castro presentaba una marcada estructura urbana y estaba dentro de la zona de influencia de los vacceos. Precisamente a estos últimos se les debe atribuir la autoría del Toro del Puente.
Desde mediados del siglo IV a C. ya se puede hablar de la antigua ciudad celta de Salmantica. Protegido por una muralla de piedra, aún se conservan algunos fragmentos en varias calles del casco antiguo, el castro presentaba una marcada estructura urbana y estaba dentro de la zona de influencia de los vacceos. Precisamente a estos últimos se les debe atribuir la autoría del Toro del Puente.
Según Plutarco, Aníbal la sitió, y sus habitantes, por evitar mayores daños, se le sometieron, ofreciéndole trescientos talentos de plata y otros tantos rehenes, pero alzado el sitio, faltaron a sus promesas; volvió Aníbal repentinamente, y en el año
220 a.C., los casi cinco mil habitantes de Salmantica asistieron
al asalto protagonizado por el general cartaginés Aníbal Barca, acompañado por un exótico
escuadrón de cuarenta elefantes. Este acontecimiento, que supuso para la
ciudad su entrada en la historia, fue el anuncio de una no muy lejana
conquista romana.
CIUDAD ROMANA
A partir
de mediados del siglo I a C., los romanos convirtieron Salmantica en una
poblada civitas y un estratégico enclave dentro del trazado de la Vía de la
Plata.
SALAMANCA CRISTIANA
A partir del siglo V, la crisis de Roma y las sucesivas invasiones de los pueblos germánicos significaron para Salamanca el inicio de más de setecientos años de decadencia. Aunque algunas fuentes documentales mencionaban la existencia de varios obispos visigodos, como Eleuterio que acudió al III Concilio de Toledo en el año 589. Los testimonios arqueológicos hablan de un declive casi absoluto del antiguo núcleo urbano y de una escasa población refugiada en algún arrabal situado en las proximidades del río. Con la llegada de los musulmanes la crisis se agravó al quedar la ciudad en una tierra de nadie, sometida a continuas incursiones por parte de ambos contendientes. Mientras los cristianos del norte fracasaron en sus intentos repobladores, los islamitas del sur se limitaron a unas cuantas incursiones encabezadas por el caudillo cordobés Almanzor.
A partir del siglo V, la crisis de Roma y las sucesivas invasiones de los pueblos germánicos significaron para Salamanca el inicio de más de setecientos años de decadencia. Aunque algunas fuentes documentales mencionaban la existencia de varios obispos visigodos, como Eleuterio que acudió al III Concilio de Toledo en el año 589. Los testimonios arqueológicos hablan de un declive casi absoluto del antiguo núcleo urbano y de una escasa población refugiada en algún arrabal situado en las proximidades del río. Con la llegada de los musulmanes la crisis se agravó al quedar la ciudad en una tierra de nadie, sometida a continuas incursiones por parte de ambos contendientes. Mientras los cristianos del norte fracasaron en sus intentos repobladores, los islamitas del sur se limitaron a unas cuantas incursiones encabezadas por el caudillo cordobés Almanzor.
RENACER EN EL MEDIEVO
A finales del siglo XI, Alfonso VI casó a su hija Urraca con el conde francés Raimundo de Borgoña,al que encomendó la reedificación de las ciudades de Segovia, Ávila y Salamanca, y su repoblación. Con él llegaron francos, asturianos, leoneses, toreses, portugueses, toreses, y gallegos.
A finales del siglo XI, Alfonso VI casó a su hija Urraca con el conde francés Raimundo de Borgoña,al que encomendó la reedificación de las ciudades de Segovia, Ávila y Salamanca, y su repoblación. Con él llegaron francos, asturianos, leoneses, toreses, portugueses, toreses, y gallegos.
Muralla en Rector Esperabé |
Muralla en San Pablo |
El siglo XIII aportó muchas novedades, algunas fundamentales, para el devenir
histórico de Salamanca. Además de los fueros
otorgados por el rey Alfonso IX de León, que atrajeron
a nuevos inmigrantes- entre ellos una numerosa comunidad judía-, la ciudad vio
ampliar su perímetro amurallado y, sobre todas las cosas, asistió, en 1218, a la
fundación de los Estudios Generales, embrión de su futura UNIVERSIDAD.
El papa Alejandro IV llamó a la Universidad de Salamanca en 1.254
“una de las cuatro luces que alumbran al mundo” (junto con las universidades de
Oxford, París y Bolonia).
EL AUTÉNTICO RENACIMIENTO
Tras la crisis del siglo XIV, compartida
por buena parte del continente europeo, y un conflictivo siglo XV, marcado por
los enfrentamientos feudales de la guerra de los Bandos, Salamanca entró en el siglo XVI decidida a
convertirse en la más importante ciudad renacentista de toda la península
Ibérica. La prosperidad social y económica, fundada en el comercio, las rentas
latifundistas y la actividad lanera propiciada por la Mesta, hizo aumentar la
población hasta los veinticinco mil habitantes.
También la Universidad
alcanzo una de sus épocas de mayor esplendor, cristalizando
en un poderoso y decisivo centro de irradiación cultural, que a su vez atraía a
miles de estudiantes de todas las procedencias y a numerosas órdenes religiosas
que buscaban el amparo intelectual y humanista de la prestigiosa institución
docente.
Salamanca asistió a una verdadera fiebre
constructiva, incluidas las obras de la Catedral Nueva, que transformó completamente
su fisonomía urbana.
Se erigió una gran cantidad de palacios,
casonas, conventos, colegios y escuelas universitarias en los que predominaba
un característico y autóctono estilo arquitectónico: el PLATERESCO.
El Siglo de Oro
La época dorada se alargó, por lo menos en
el campo cultural, hasta bien entrado el siglo XVII y coincide con lo que se ha
venido a denominar el Siglo de Oro de las letras españolas. No sería difícil
cruzarse en esos momentos y en cualquier calle salmantina con escritores, músicos,
filosóficos y humanistas tan universales como Francisco de Vitoria, Fray Luis de León, Francisco de
Salinas, Miguel de Cervantes, San Juan de La Cruz, Santa Teresa de Jesús, Luis
de Góngora, Mateo Alemán, Vicente Espinel, Francisco de Quevedo, Calderón de la
Barca o Lope de Vega.
Camino del tercer milenio
Este prodigioso estallido social,
económico y cultural se fue diluyendo en otra crisis general que propició un
fuerte descenso demográfico y una evidente transformación social de la que sólo
salió favorecida la oligarquía eclesiástica. A pesar de la prolongada
decadencia se llegaron a construir algunos edificios barrocos que, como las
monumentales Clerecía y Plaza Mayor, han marcado para siempre el perfil urbano
de Salamanca.
El negativo impacto de la guerra de la Independencia sólo remontó con la revitalización económica que supuso la llegada del ferrocarril y con la puesta en marcha de algunos proyectos de renovación urbanística. Este paulatino resurgimiento de la sociedad también se notó en la decaída Universidad, que tuvo en el rector Miguel de Unamuno un eficaz revulsivo.
La Guerra Civil significó un nuevo paréntesis en el que Salamanca fue breve sede del cuartel general de las tropas franquistas sublevadas contra la República. Tras el conflicto y después de una prolongada posguerra, la Universidad volvió a ejercer, una vez más, el papel del mejor catalizador de la vida ciudadana.
La llegada de la democracia trajo a Salamanca, al igual que al resto de España, un largo periodo de vertebración social y de prosperidad económica, transformándola en un auténtico emporio universitario, cultural y turístico.
En 1988, la ciudad del Tormes alcanzó el reconocimiento internacional por parte de la Unesco con su declaración como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Cúpula de la Clerecía |
El negativo impacto de la guerra de la Independencia sólo remontó con la revitalización económica que supuso la llegada del ferrocarril y con la puesta en marcha de algunos proyectos de renovación urbanística. Este paulatino resurgimiento de la sociedad también se notó en la decaída Universidad, que tuvo en el rector Miguel de Unamuno un eficaz revulsivo.
La Guerra Civil significó un nuevo paréntesis en el que Salamanca fue breve sede del cuartel general de las tropas franquistas sublevadas contra la República. Tras el conflicto y después de una prolongada posguerra, la Universidad volvió a ejercer, una vez más, el papel del mejor catalizador de la vida ciudadana.
La llegada de la democracia trajo a Salamanca, al igual que al resto de España, un largo periodo de vertebración social y de prosperidad económica, transformándola en un auténtico emporio universitario, cultural y turístico.
En 1988, la ciudad del Tormes alcanzó el reconocimiento internacional por parte de la Unesco con su declaración como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
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