sábado, 8 de marzo de 2014

HUERTO DE CALISTO Y MELIBEA




Seguro que no son tan famosos como Romeo y Julieta pero también tienen un autor que les dió la eterna vida que da la literatura, Fernando de Rojas. Y también poseen un secreto lugar de encuentros que puedes visitar, el Huerto de Calisto y Melibea. Desde allí disfrutarás de unas vistas increíbles de la ciudad y del río. ¡Claro que hay un pozo de los deseos!
Y ganan a sus competidores italianos gracias a un personaje que sí que ha adquirido fama mundial, existió y nunca dejará de existir en cualquier historia de amor que se precie: La Celestina, por algo, popularmente, da nombre al libro, aunque, el título realmente sea “Tragicomedia de Calisto y Melibea”.
Con estas palabras la alaba Calisto: “¡Oh maravillosa astucia! ¡Oh singular mujer en su oficio! ¡Oh cautelosa hembra! Oh medicina presta! ¡Oh discreta en mensajes!”

Según Menéndez Pidal nos encontramos ante la primera obra maestra de prosa dramática, gracias a la inclusión de DIÁLOGOS articulados, animados, espontáneos y expresivos. Resaltan los sentimientos y personalidad de los protagonistas y dan verosimilitud a la obra. A través del diálogo conocemos íntimamente a los personajes que nos muestran todo tipo de pasiones humanas, preocupaciones vitales y carácter psicológico. Hay que resaltar también que el LENGUAJE de cada uno de ellos se amolda a su posición social, encontramos frases cultas y eruditas frente al habla popular, rico en refranes y expresiones irónicas.

¿Qué nos muestra esta historia? Todos, ricos y pobres, somos iguales ante las pasiones humanas, no existen clases sociales cuando nos invade el amor, la avaricia o el deseo carnal.
Y por eso se mezclan unas clases con otras, ¡qué novedad y transgresión para el S. XV! Aunque, como siempre, se intenten mantener las apariencias.
Fernando de Rojas nos ofrece un cuadro de la sociedad renacentista Española en la que cada persona quiere afirmar su individualidad, una nueva concepción del hombre diferente del medievo, alejándose de las anteriores restricciones, ahora todos buscan su propio deleite y triunfo. El autor no pretendió realizar una obra moralizante, sino, quizás, reflejar lo trágico de la existencia humana en su lucha contra fuerzas superiores.




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