sábado, 6 de diciembre de 2014

EL ESPLENDOR DE LOS JESUÍTAS EN SALAMANCA


La asociación del poder Real y de la omnipotente Compañía de Jesús otorga a Salamanca la fortuna de recibir el colosal REAL COLEGIO DEL ESPÍRITU SANTO.
FELIPE III y MARGARITA de AUSTRIA fundan y costean el nuevo Colegio de la 
Compañía de Jesús en 1.601. Seminario para formar intelectualmente a los Jesuítas encargados de misionar en las posesiones ultramarinas del Imperio Español. Las obras se prolongarán durante 150 años de la mano de grandes maestros, comenzando por el autor de las trazas,JUAN GÓMEZ DE MORA. Bajo su dirección se levantó la Residencia de los Jesuítas y la planta baja de la Iglesia.

 En esta primera etapa, Juan Gómez de Mora sigue el estilo desornamentado y circunspecto de Juan de Herrera, arquitecto de El Escorial. 
El Pabellón de la calle Serranos es un manifiesto de la "Arquitectura Herreriana" o "Estilo Desornamentado". Clasicismo, Sobriedad y Mesura en los muros donde destacan los elementos arquitectónicos como generadores de ritmo. Así, las Pilastras Gigantes que recorren tres plantas, acentúan la verticalidad, mientras, las Ventanas, la poderosa Cornisa y la Galería superior, marcan la horizontalidad. 

La FACHADA de la IGLESIA se alza arrogante frente a la Casa de las Conchas apartándose del paralelismo de la estrecha calle para mejorar su visión. Así es el urbanismo barroco, pretende sorprender con efectos visuales inesperados, huye de lo previsible. Un marcado sentido ascensional inunda el conjunto, una Escalinata para llegar a la planta baja, en ésta, las Columnas gigantes de orden compuesto que se repiten en el piso superior, a modo de camino hacia la Espadaña central y las dos Torres laterales que parecen penetrar en el azul. 

Las tres PUERTAS que dan acceso al templo son adinteladas, sin arco e inéditas en la ciudad, al mezclar tres tonos de piedra, Granito blanco y gris y Piedra dorada de Villamayor. El efecto plástico resultante es de gran elegancia y Clasicismo. Las Puertas laterales están coronadas por Frontón curvo partido por un enorme Óculo ciego bicolor y adornado por dos Obeliscos. Curiosa combinación de elementos constructivos, al estilo del Barroco romano.
Sobre la Puerta central, un Friso Clásico.
Juan Gómez de Mora prescinde de ornatos adicionales, es Arquitectura en estado puro.
A partir de aquí, la Fachada comienza a barroquizarse con el Jesuíta PEDRO MATO que introduce las Columnas gigantes de orden compuesto con las Volutas Jónicas y las Hojas de Acanto Corintias

También diseña, sobre las Puertas laterales, sendos Escudos Reales. De excepcional belleza y factura, las armas del promotor, FELIPE III, están cobijadas entre rocallas de volutas y amparadas por una espléndida Corona real Española bajo el Orbe y la Cruz y rodeadas por el Toisón de Oro del que pende el Vellocino de Oro.
Sobre la Puerta principal, una Hornacina con la imagen del fundador de la Orden, SAN IGNACIO DE LOYOLA.
La Placa conmemorativa tenía la inscripción: "CATHOLICI REGES PHILIP III ET MARGARITA SOCIETATI JESU". Cuando, en 1.767, Carlos III ordenó la Expulsión de los Jesuítas, el edificio se adjudicó a la Real Clerecía de San Marcos. Los clérigos de San Marcos sobrepusieron sobre las palabras alusivas a la Compañía de Jesús, las palabras "FUNDATORES HVYUS DOMUS". No se esmeraron demasiado pues SOCIETATI JESU aún puede leerse.
La culminación de la fachada se debe al gallego ANDRÉS GARCÍA DE QUIÑONES, entre 1.750 Y 1.754, se levantan las Torres y la Espadaña. En ésta se labra e lPentecostés, la escena de la Venida del Espíritu Santo, titular del Colegio, está enmarcada por una profusión de adornos barrocos, molduras mixtilíneas que rompen el Friso, Frontón curvo que termina en Volutas para sostener el Balcón semicircular de la Campana. A derecha e izquierda, las efigies de los Reyes impulsores de la obra y, en lo alto, la imagen de la Virgen que desafía a las leyes de la gravedad. Acompañada en su ascensión por las espectaculares TORRES gemelas de dos pisos octogonales y coronadas por Cúpulas anilladas. Torres engalanadas sin mesura con Obeliscos escamados, Estatuas de los doctores de la Iglesia y Virtudes teologales, Balaustradas, Frontones invadidos por Espejos, Ventanas encuadradas por Volutas y líneas de múltiples formas, Molduras Cóncavas y convexas, Columnas unidas por cadenas vegetales..., la Fantasía de GARCÍA DE QUIÑONES no tiene límites.

 El interior de la IGLESIA sigue el proyecto de JUAN GÓMEZ DE MORA, se percibe en su grato Clasicismo, Armonía de las Proporciones, Racionalidad estructural y Pureza Espacial.
Es de una única Nave, siguiendo el modelo dominico de Iglesias de Predicación, con Capillas laterales comunicadas, un amplio Crucero y Capilla Mayor profunda y recta.
Los muros están recorridos por Pilastras gigantes acanaladas, rematadas por el sobrio Capitel Dóricoy sostienen un académico Friso de Triglifos y Rosetas. Sobre él, un  marcado Entablamento donde apoyan las BÓVEDAS de LUNETOS y VENTANAS TERMALES.
La luz natural se concentra en lo alto, Ventanas y Cúpula, difuminando cualquier descuido de la meditación.


Pero hay otro foco de atención, el Altar, desde donde
las proclamas Jesuítas surgían envueltas en los
brillos dorados del RETABLO. Cuatro opulentas Columnas Salomónicas sobre enormes bases, articulan las tres calles y sujetan un potente Entablamento en dos planos. Levantado sobre un zócalo de mármoles, ocupa toda la cabecera y surge hacia nosotros. En las calles laterales están los cuatro Padres de la Iglesia Latina, San Ambrosio, San Jerónimo, San Gregorio y San Agustín. En la calle central, un inmenso TABERNÁCULO y, en el centro, el relieve del Pentecostés, similar al de la fachada. Por encima del entablamento, las figuras de los cuatro Evangelistas rodean la escena de la Trinidad y San Ignacio en Manresa.
El Barroco en su plenitud produce esta vigorosa composición que emana esplendor y júbilo.

LA CÚPULA


PEDRO MATO dirigió las obras entre 1.640 y 1.660 y levantó la refinada Cúpula que cubre el Crucero. Descarga sobre cuatro Pechinas con espléndidos Escudos Reales. En los brazos del Crucero, los emblemas de María, estucados en oro y blanco. Se repiten en el interior de la cúpula entre las Pilastras que convergen hacia el cupulino, gran foco de luz, coronado por una estrella en el centro.
De nuevo, la contemplación de la luz actúa como metáfora divina.


La ENTRADA al COLEGIO, elevada sobre una Escalera a la derecha de la Iglesia, intriga y atrae por su fastuosidad. 
Realizada por JERÓNIMO GARCÍA DE QUIÑONES siguiendo el diseño de su padre ANDRÉS GARCÍA DE QUIÑONES, es la consumación del proceso barroquizante de la obra. Aquí está el Rococó, Voluminosos Bocelones curvos y rectos enmarcan puerta y ventana, Rocallas floridas cubriendo espacios, Estípites con Guirnaldas, Capiteles compuestos que intentan retener un Entablamento con vida.



El Patio de los ESTUDIOS
Al traspasar el umbral nos hallamos en una galería abovedada, de Arcos peraltados, inusual hasta el momento, Estucos  y ventanas termales nos sitúan en pleno barroco. 
El desconcierto llegará en el momento en que procedamos a salir al Patio, las Puertas son Balcones y, desde ellos, observamos que nos encontramos en el primer piso. Por lo tanto, para acceder al Claustro, hemos de descender...escenografía barroca, una vez más. Ni siquiera pudimos intuírlo ya que, a diferencia de los Claustros conocidos, esta planta está cerrada, sin arcos ni huecos que permitan visionar el exterior. 
Esta fase de la construcción está bajo las maestría de JOAQUÍN DE CHURRIGUERALe sucede en la dirección de la obra ANDRÉS GARCÍA DE QUIÑONES, al que se otorga gran parte de la edificación del Patio.

El artista gallego conjuga con la pericia de los genios, las propuestas barrocas romanas con el avance del Barroco hacia la exuberancia decorativa. Los elementos arquitectónicos contienen ese progreso y limitan y circunscriben los ornatos. Las formidables Columnas marcan la pauta vertical, enfatizada por las sobresalientes Pilastras del piso superior. En la planta central es donde permite ornatos, Guirnaldas, Escudos y Capiteles, es el escenario por donde nos asomamos desde la galería, nos convierte en actores en un marco inesperado. Como testigo de este soberbio EQUILIBRIO entre Volúmenes y Ornatos, actúa la CÚPULA, componiendo la auténtica e inmejorable IMAGEN del Barroco.









En la ESCALERA, ANDRÉS GARCÍA DE QUIÑONES, 
se inspira en modelos locales, como el Convento de 
San Esteban. Los tramos descargan sobre los 
muros y están decorados con Rosetones,
¿Nostalgia, Tributo o Admiración?



El AULA MAGNA en sus inicios ejercía como Sala de Disputas públicas del Colegio. ANDRÉS GARCÍA DE QUIÑONES se rinde al Barroco exuberante y dedica la Sala a la exaltación de la Compañía.




Los Ciento cincuenta años necesarios para su conclusión reflejan el inicio, encumbramiento y apogeo del Barroco.

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